Miedo a soltar: ¿Por qué nos cuesta tanto dejar una relación?
El final de una relación puede ser uno de los mayores retos con los que nos enfrentamos en la vida. No importa cuánto tiempo hayamos estado juntos; al conseguir el valor de decir adiós nos invade una montaña rusa de emociones: tristeza, culpa, miedo e incertidumbre.
Una de las razones por las que nos cuesta tanto dejar una relación es el fuerte lazo emocional que hemos construido con la otra persona. Los recuerdos compartidos, los buenos momentos y hasta las rutinas diarias pueden hacer que el final de la relación nos duela profundamente, ya que todo eso se ve amenazado. A veces, sentimos que, al soltar, estamos perdiendo una parte de nosotros mismos o una historia que pensábamos que duraría para siempre.
El miedo al “Y si…”.
Otro factor que dificulta tomar la decisión de dejar una relación es el constante miedo al “y si…”. Nos invaden pensamientos como: “¿Y si me estoy equivocando? ¿Y si nunca encuentro a alguien mejor? ¿Y si me quedo solo para siempre?”. Estos pensamientos son completamente normales, pero lo que ocurre es que nos mantienen atrapados en una espiral de dudas que nos impide actuar. A menudo, nos quedamos estancados en un ciclo de incertidumbre, esperando que algo cambie por sí solo, lo que hace aún más difícil dar el paso.
¿Cómo influye la sociedad?
A la hora de soltar, la sociedad también juega un papel importante. Vivimos en un mundo que a menudo valora más el hecho de estar en una relación que la calidad de esta. La soltería, en muchos casos, es vista como algo negativo. Nos preocupamos por lo que los demás puedan pensar si decidimos terminar la relación, por el qué dirán, o por la percepción de “fracasar” en una relación. Este peso social puede hacernos sentir como si estar en una relación fuera más importante que cuidar de nuestro propio bienestar. Sin embargo, es fundamental reconocer que nuestra felicidad no debe depender de la opinión de los demás ni de la validez de una relación en términos sociales. Lo importante es priorizarnos a nosotros mismos.
¿Cuáles son las razones emocionales para permanecer?
Para entender por qué nos cuesta tanto dejar una relación, es útil explorar las razones emocionales, mentales y sociales que nos mantienen atrapados. Algunas de las razones más comunes incluyen:
- “Es que me da pena, no quiero herirle”: El simple hecho de pensar en lo que le va a pasar a nuestra pareja si decidimos dejarla nos paraliza. Pensamos: “No quiero ser el malo de la película”. Pero ¿realmente es justo quedarnos en una relación solo para no herir al otro? Soltar no implica dejar de cuidar a la otra persona, sino reconocer que, si seguimos en una relación que no nos hace felices, estamos perjudicando a ambos.
- La falsa idea de “romper por romper”: Muchas veces, la idea de cortar con alguien se nos presenta como algo “drástico”. Nos preguntamos: “¿y si lo dejo y después me arrepiento?”. Es natural dudar y hacer esa balanza mental de “¿debería seguir intentándolo?”. En este punto, sería bueno reflexionar sobre lo que realmente nos está costando quedarnos y cómo nos sentimos cada día dentro de la relación. Si lo que sentimos es insostenible, a veces la solución no es seguir intentando, sino soltar para buscar algo mejor.
- El amor no siempre es suficiente: Pensamos que, porque “queremos” a la otra persona, debemos quedarnos, aunque las cosas no funcionen. El amor, aunque hermoso, no siempre es suficiente para que una relación funcione. Las personas cambian, evolucionan, y lo que antes era perfecto puede dejar de serlo. En ocasiones, es necesario reconocer que, aunque haya amor, la relación ya no es lo que necesitamos ni para uno ni para el otro.
- “Lo bueno a veces no se valora hasta que se pierde”: Cuando algo empieza a faltar en una relación, como la chispa o la conexión emocional, nos damos cuenta de que lo que realmente valorábamos ya no está. Este es el momento de hacer balance y preguntarse si se puede recuperar lo perdido o si la relación simplemente no durará. Soltar puede ser la clave para abrir paso a nuevas experiencias, tanto dentro de nosotros mismos como en futuras relaciones.
- El “qué pasaría si…”: Dejar de pensar en el futuro y enfocarse en el presente. Es fácil caer en la trampa de imaginar lo que podría pasar si dejamos a la pareja: ¿me arrepentiré? ¿Seré más feliz solo? El futuro es incierto, pero el presente es lo único que realmente podemos cambiar. Si no eres feliz en el presente, ¿por qué seguir esperando a que algo cambie por sí solo?
¿Cuáles son las estrategias para afrontar el proceso de soltar?
Soltar no significa olvidar lo que viviste ni borrar lo que pasó. Soltar es, en realidad, entender que ya no estás en el mismo lugar ni en la misma situación, y que es hora de hacer hueco para algo nuevo. No es fácil, pero es posible, y hay algunos pasos que te pueden ayudar a empezar a soltar y sentirte mejor:
- Sé honesto contigo mismo: A veces tratamos de ocultar o ignorar lo que realmente sentimos, pero ser sincero con uno mismo es el primer paso para sanar. Reconocer cómo te sientes, aunque sea incómodo, es esencial para avanzar. No hay nada de malo en estar triste, enfadado o confundido. Es parte del proceso.
- Busca apoyo: No tienes que hacerlo todo solo. Hablar con alguien que te escuche sin juzgarte puede aliviar mucho. A veces, solo necesitamos externalizar lo que llevamos dentro para verlo desde otra perspectiva. Ya sea hablar con un amigo cercano, un familiar o un terapeuta, el apoyo emocional es fundamental para procesar lo que estamos viviendo.
- Confía en ti mismo: Aunque ahora te sientas perdido o inseguro, recuerda que tienes las herramientas y la fuerza para superar este bache. Todos pasamos por momentos complicados, pero también somos capaces de salir adelante y crear algo nuevo. Lo que has vivido te ha formado, y tienes todo lo que necesitas para empezar de nuevo, sin dejar de aprender de lo que pasó.
Conclusión
Dejar una relación nunca es fácil, y es normal sentir miedo, duda y hasta culpa en el proceso. Sin embargo, es importante entender que soltar no significa olvidar ni fallar, sino reconocer que es momento de seguir adelante para cuidar de uno mismo. Muchas veces nos quedamos atrapados por el miedo a la soledad, la idea de no querer herir a la otra persona o lo que la gente pueda pensar. Pero al ser sinceros con nuestros sentimientos, buscar apoyo y confiar en nuestra fuerza para superar el dolor, podemos dar el paso necesario para avanzar. Romper con alguien no es un fracaso, es una forma de poner en primer lugar nuestra felicidad y abrir la puerta a nuevas oportunidades.
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