¿Por qué están aumentando los casos de eyaculación precoz?

Tiempo de lectura: 4 minutos

Entendiendo un problema cada vez más común

La eyaculación precoz es una de las disfunciones sexuales masculinas más frecuentes y, sin embargo, también una de las más silenciadas. Para muchos hombres, hablar de este tema genera vergüenza, frustración o confusión. Pero lejos de ser un asunto excepcional o poco importante, la eyaculación precoz afecta a la calidad de vida sexual, emocional y relacional de quienes la experimentan.

En los últimos años, profesionales de la salud mental y sexual han notado un aumento en la frecuencia con la que se presentan casos de eyaculación precoz, especialmente en hombres jóvenes. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Por qué está ocurriendo cada vez más? ¿Tiene solución? En este artículo exploraremos qué es realmente la eyaculación precoz, sus causas más frecuentes y cómo abordarla de forma saludable y efectiva.


¿Qué es la eyaculación precoz?

La eyaculación precoz (EP) se define como la incapacidad persistente o recurrente para controlar la eyaculación, lo que provoca que esta ocurra antes de lo deseado, ya sea poco después de la penetración o incluso antes. La clave está en que este hecho genera malestar, frustración o dificultades en la relación de pareja.

Existen dos tipos principales:

  • Eyaculación precoz primaria: presente desde las primeras experiencias sexuales.
  • Eyaculación precoz secundaria: aparece después de un periodo de funcionamiento sexual “normal”.

Aunque no existe un tiempo exacto universalmente definido para determinar si una eyaculación es precoz o no, los estudios suelen considerar un tiempo inferior a 1 minuto tras la penetración como indicativo de EP. Pero más allá de los cronómetros, lo que realmente importa es el grado de control percibido y el impacto emocional que genera.


¿Por qué está ocurriendo cada vez más?

1. Ansiedad y estrés generalizado: Vivimos en una sociedad con un ritmo acelerado y una alta presión por el rendimiento en todos los ámbitos: laboral, social, físico… y también sexual. Esta presión puede generar ansiedad anticipatoria, especialmente en contextos íntimos. El miedo a «no estar a la altura», a «no satisfacer», a «fallar» en el momento clave, puede precipitar una eyaculación antes de que haya verdadero disfrute. Además, la ansiedad genera una hiperactivación del sistema nervioso simpático, el mismo que se activa durante la eyaculación. Cuanto más ansioso está el cuerpo, más rápido tiende a llegar al clímax.

2. Influencias de la pornografía: El consumo frecuente de pornografía, especialmente desde edades tempranas, puede distorsionar la percepción de lo que es una relación sexual «normal». En el porno se muestra una sexualidad centrada en el rendimiento, la rapidez y la genitalidad, dejando de lado la conexión emocional, la comunicación o el ritmo natural del deseo. Muchos hombres jóvenes desarrollan patrones masturbatorios apresurados (por ejemplo, por miedo a ser descubiertos), lo que entrena al cuerpo a eyacular rápidamente. Estos hábitos pueden trasladarse luego a la vida sexual en pareja, dificultando el control eyaculatorio.

3. Falta de educación sexual integral: La educación sexual en la mayoría de países sigue siendo insuficiente o nula. Muchos hombres llegan a la adultez sin haber recibido información realista y emocionalmente saludable sobre su cuerpo, su deseo, y cómo relacionarse sexualmente con otra persona. Esto puede llevar a experimentar vergüenza al hablar del tema, no saber cómo abordarlo en pareja, o asumir falsamente que se trata de un defecto personal e inmutable.

4. Expectativas irreales sobre el sexo: El sexo está cargado de mitos. Que “un buen amante dura horas”, que “el hombre siempre quiere y puede”, que “el sexo sin penetración no cuenta”, entre otros. Estas creencias erróneas generan presión y desconexión con el propio placer, aumentando la ansiedad y disminuyendo el disfrute. La eyaculación precoz muchas veces no es un fallo fisiológico, sino un síntoma de que el hombre no está disfrutando plenamente del momento, ni conectando emocionalmente con su pareja o consigo mismo.

5. Factores médicos y biológicos: Aunque la mayoría de los casos de EP tienen un componente psicológico, también existen causas médicas que pueden influir: alteraciones hormonales, hipersensibilidad del glande, inflamaciones prostáticas o efectos secundarios de ciertos medicamentos. Por eso es importante acudir a un profesional que evalúe cada caso de forma individualizada.


Consecuencias emocionales y relacionales

La eyaculación precoz no solo afecta a nivel físico. También puede tener un profundo impacto emocional. Entre las consecuencias más comunes encontramos:

  • Baja autoestima
  • Sentimientos de culpa o vergüenza
  • Evitación de relaciones sexuales o afectivas
  • Conflictos de pareja
  • Dificultades en la comunicación íntima

Esto crea un círculo vicioso: cuanto más miedo y tensión se siente, más difícil es controlar la eyaculación, y esto a su vez genera más ansiedad.

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¿Tiene solución?

Sí. La eyaculación precoz es tratable en la gran mayoría de los casos. No es algo con lo que uno tenga que resignarse a vivir. El tratamiento dependerá de la causa, pero suele incluir una combinación de:

  1. Psicoterapia sexual: A través de la terapia psicológica (individual o en pareja), se trabajan aspectos como la ansiedad, las creencias erróneas sobre el sexo, la conexión emocional y la autoconfianza. Se aprenden técnicas de control eyaculatorio y de reconexión co el propio cuerpo.
  2. Terapias conductuales: Técnicas como el método del «stop-start» o la «presión» pueden ayudar a ganar mayor conciencia corporal y control del reflejo eyaculatorio. Suelen practicarse en un contexto privado o en pareja, con acompañamiento profesional.
  3. Educación sexual: Recibir una buena educación sexual ayuda a derribar mitos, generar expectativas realistas, y construir una relación más sana con el deseo y el cuerpo. También enseña a valorar otras formas de placer más allá de la penetración.
  4. Tratamiento médico (si fuese necesario): En algunos casos puede considerarse el uso de fármacos, siempre bajo supervisión médica, ya sea para tratar la ansiedad, modular la sensibilidad o prolongar el tiempo de eyaculación. Nunca se recomienda automedicarse.


Conclusión

La eyaculación precoz es una disfunción sexual más común de lo que parece, y no debería ser un tabú. Lejos de ser una debilidad o algo de lo que avergonzarse, puede ser una señal de que algo emocional, psicológico o relacional necesita atención.

En una sociedad que va a mil por hora y exige rendimiento constante, es comprensible que el cuerpo también reaccione con prisas, incluso en lo íntimo. Pero el sexo no es una carrera ni una prueba de fuego: es un espacio para la conexión, el placer y el encuentro. Y eso, como todo lo importante en la vida, requiere tiempo, presencia y confianza.

Buscar ayuda es un acto de valentía y autocuidado. Porque una vida sexual sana y satisfactoria es posible, y también un derecho que todos merecemos disfrutar.

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